Cada vez existen más evidencias de que los microplásticos, uno de los principales agentes contaminadores del medio ambiente, resultan también nocivos para la salud humana y pueden estar detrás de numerosas afecciones.
Según un reciente estudio médico, publicado en el número 390 de la prestigiosa revista “The New England Journal of Medicine” los microplásticos y nanoplásticos constituyen un factor de riesgo potencial para las enfermedades cardiovasculares en estudios preclínicos.
El estudio ha sido realizado por médicos de diversas universidades y hospitales italianos, y coordinado por el doctor Raffaele Marfella, del Departamento de Ciencias Médicas y Quirúrgicas Avanzadas de la Universidad de Campania “Luigi Vanvitelli”, de Nápoles.
En el mismo participaron un total de 304 pacientes, de los que 257 concluyeron el seguimiento. El estudio detectó la presencia de polietileno en la arteria carótida de 150 pacientes (el 58,4%) y de policloruro de vinilo en 31 pacientes (12,1%). El análisis por medio de un microscopio electrónico y de radiografías reveló también la presencia de partículas que contenían cloro.
El polietileno (PE) es uno de los plásticos más comunes, debido a su bajo precio y la facilidad de fabricación. Se calcula que, cada año, se fabrican unos 80 millones de toneladas de polietileno en el mundo.
Por su parte, el policloruro de vinilo (PVC) es el derivado del plástico más versátil. La industria produce PVC de dos tipos: rígido, que se usa en envases, ventanas y tuberías, reemplazando a las de hierro; y flexible, utilizado en la fabricación de cables, juguetes, calzado, recubrimientos…
El PVC se obtiene de la polimerización del cloruro de vinilo, que está clasificado en el Grupo 1 de la Agencia Internacional para la Investigación sobre el Cáncer como un elemento considerado como cancerígeno para los humanos. Se calcula que anualmente se producen en el mundo unos 40 millones de toneladas de PVC.
El estudio revela que los pacientes en los que se detectó la presencia de microplásticos y nanoplásticos en la placa situada en el interior de la arteria carótida presentaban un mayor riesgo de sufrir un infarto de miocardio, un ictus o la muerte por cualquier causa a los 34 meses de seguimiento, respecto a aquellos en los que no se detectaron plásticos.
Como señalan los autores, “los plásticos pueden contaminar el medio ambiente a través de las corrientes oceánicas, los vientos atmosféricos y los fenómenos terrestres. Una vez liberados en la naturaleza, los plásticos son susceptibles de degradación, lo que da lugar a la formación de microplásticos (de tamaño inferior a 5 milímetros) y nanoplásticos (inferiores a 10 nanómetros). Ambos tipos de partículas desencadenan una serie de efectos toxicológicos”.
Varios estudios han demostrado que los microplásticos y nanoplásticos entran en el cuerpo humano a través de la ingestión, la inhalación y la exposición cutánea, donde interactúan con tejidos y órganos como la placenta, los pulmones y el hígado, o en la leche materna, la sangre y la orina.
“Estudios recientes realizados en modelos preclínicos han llevado a sugerir que los microplásticos y nanoplásticos son un nuevo factor de riesgo de enfermedades cardiovasculares”, apunta el estudio.
Por tanto, cada vez está más claro que hay que eliminar el vertido de microplásticos y nanoplásticos al medio ambiente. Los terrenos de juego de césped artificial con sustratos de este tipo son un agente muy importante de diseminación de estas partículas, nocivas tanto para el medio ambiente como para la salud humana.
