Aunque ya en tiempos de los egipcios se utilizaba el césped natural con fines ornamentales, fue en la Francia de Luis XIV donde se extendió su uso con el fin de marcar el dominio del Rey Sol sobre la naturaleza.
Debido a la ingente cantidad de agua necesaria y ante el riesgo de dejar sin suministro a la ciudad de París, los trabajadores de Versalles idearon un original sistema de silbatos para avisar de que el rey andaba cerca y así abrir las fuentes con que se regaban las extensas alfombras de césped. Sin ellos saberlo, estos trabajadores son un ejemplo primigenio de concienciación ambiental en el uso del agua.
Es precisamente este ahorro de agua junto con una menor necesidad de mantenimiento lo que propicia la invención del césped artificial y su uso extendido hoy en día por todo el mundo como superficie para la práctica de distintos deportes, desde el fútbol al rugby.

En estas superficies, el césped artificial es parte de un sistema formado por varios elementos. Como se puede ver en la Figura 1, el sistema convencional consta de una base elástica, la moqueta de césped tejido, arena que actúa como lastre y, finalmente, un material de relleno, que ejerce diferentes funciones. Entre las más importantes: proteger las fibras de la moqueta, alargando así la vida útil de ésta, y amortiguar los impactos de los deportistas, mejorando así la biomecánica.
Caucho SBR
Entre los materiales que se han usado hasta el final de la década pasada como relleno destaca el caucho SBR (siglas con las que se conoce al caucho estireno-butadieno) procedente de neumáticos fuera de uso. Se trata de un material barato, abundante y con unas buenas propiedades de amortiguación. Es, además, circular y su uso como relleno en este tipo de sistemas es una de las pocas opciones disponibles para prolongar su vida útil y evitar así su valorización energética.
Esta conjunción de propiedades mecánicas, bajo precio y alta disponibilidad hace que en el año 2016 la cuota de mercado del SBR estuviese por encima del 95 % y sólo quedase un espacio residual para otros tipos de relleno como el corcho o el hueso de aceituna.
Sin embargo, este material presenta un serio problema. Y es que el caucho SBR procedente de neumáticos se encuentra entre los más de 1.000 productos que actualmente se comercializan en Europa y que se estima que se prohibirán durante los próximos 10 años debido a la emisión de sustancias potencialmente peligrosas para la salud humana.
Ya ocurrió algo parecido con el amianto en los años 80, cuando se demostró que provocaba graves problemas respiratorios. Quien más y quien menos hemos conocido a alguien que, por haber trabajado con amianto, ha sufrido fibrosis quística, lo que ha mermado su calidad de vida o, incluso, lo ha condenado a la muerte.
En el caso del caucho SBR, las sustancias potencialmente cancerígenas que se emiten son los Hidrocarburos Aromáticos Políciclicos o HAPs. Recientemente, la Comisión Europea ha publicado el Reglamento (UE) 2021/1199 donde se modifica el anexo XVII de la normativa REACH en lo relativo a la restricción de estas sustancias. En concreto, se restringe la presencia de éstas en los gránulos y mantillos utilizados en superficies de amortiguación, parques infantiles y deportivos, así como en el material de relleno en campos de césped artificial o a granel en parques infantiles o en instalaciones deportivas.
Antes de la entrada en vigor de esta normativa, los límites de concentración de estas sustancias estaban establecidos entre 100 mg/kg y 1.000 mg/kg, en función del tipo de HAP. Pero con la nueva legislación no se podrán comercializar materiales para estos usos si contienen más de 20 mg/kg (0,002 % en peso) de la suma de los ocho HAPs considerados como cancerígenos según el informe publicado en 2017 por la European Chemicals Agency (ECHA). Con estas medidas, el SBR queda totalmente prohibido para este tipo de aplicaciones a causa de su composición.
Aditivos peligrosos
Es en esta composición y en la revolución que supuso la invención del neumático radial donde está el origen del problema. Desarrollados en los años 40 por el investigador de Michelin Marius Mignol, los neumáticos radiales alargaban hasta cuatro y cinco veces su vida útil. Para soportar este aumento radical en el tiempo de uso, es necesario cargar el SBR con un aditivo económico, con buenas propiedades mecánicas y alta capacidad de protección ultravioleta. Esa carga es el negro de humo, principal responsable de la emisión de HAPs en el SBR.
Aunque al principio se puso en duda la viabilidad económica de los neumáticos radiales para la empresa que los comercializaba, por la previsible caída en las ventas, François Michelin decidió que lo que era bueno para sus clientes también lo sería para su empresa y para el negocio, y apostó por la comercialización de estos neumáticos revolucionarios.
Con esta decisión la firma francesa se convirtió en líder mundial del mercado de neumáticos durante décadas, alcanzando un dominio casi tan aplastante como el que hasta hace poco tenía el SBR en el campo de los rellenos.
La ausencia de criterios de ecodiseño en las cadenas de valor y de enfoques ambientales que contemplen el ciclo de vida completo de los productos (como el Cradle-to-Cradle o “de la cuna a la cuna”) en el momento en que se desarrollaron los neumáticos radiales y sus formulaciones de caucho SBR es lo que explica cómo se ha llegado a la situación actual.
Materiales sostenibles
No es, por tanto, una sorpresa que la solución a esta situación de prohibición del SBR como relleno en superficies deportivas de césped artificial esté en el ecodiseño y en la apuesta por materiales auténticamente sostenibles, seguros para la salud humana y amables con el medio ambiente.

Es bajo esta premisa que nace Ecolastene, un producto innovador que cuadra y cierra el círculo de la seguridad y la sostenibilidad en el campo de los rellenos. Desarrollado por Green World Compounding S. L., una empresa con más de 30 años de experiencia en el reciclaje de plásticos, su diseño en forma de pétalo (Figura 2) y su proceso de compounding con aditivos de altas prestaciones le proporcionan un conjunto de propiedades difícilmente superables.
En primer lugar, Ecolastene es totalmente inocuo, pues está limpio de Hidrocarburos Aromáticos Policíclicos, de sustancias de alta preocupación y de aquellas que aparecen en el anexo XVII de la normativa REACH. Es, por lo tanto, un producto 100 % seguro para la salud humana y también para el medio ambiente, ya que su tamaño de partícula superior a 6 mm y su alta resistencia al desgaste evita la liberación de microplásticos.
Por otro lado, su formulación a partir de elastómeros de alto rendimiento y su proceso de espumación exotérmica logra el equilibrio perfecto entre unas propiedades elásticas muy altas y una densidad aparente muy baja. Gracias a este equilibrio, es posible llegar a las propiedades mecánicas del caucho SBR con una cantidad entre tres y cuatro veces menor de relleno y cumplir con los exigentes requisitos de las certificaciones Fifa Quality. Podemos ver que con Ecolastene es fácil cumplir con el axioma de que menos es más. Con menos cantidad de producto, conseguimos mayor elasticidad, más seguridad para las personas y menos riesgos para el medio ambiente.
Este último aspecto cobra especial importancia en el momento actual de preocupación por el impacto ambiental de los plásticos. En este sentido, Ecolastene es un producto 100 % sostenible y que contribuye de modo indudable a la economía circular de los materiales poliméricos propuesta por la Comisión Europea en el Pacto Verde de 2019.
De este modo, con más de un 80 % de plástico acolchado agrícola al final de su vida útil en su formulación, Ecolastene es un producto reciclado y reciclable. Y representa un éxito en la contribución de Green World Compounding a la gestión de un residuo plástico, el acolchado, muy abundante y cuya salida al mercado estaba siendo muy problemática desde que China cerró sus fronteras a su importación en 2016.
Este conjunto de factores -inocuidad y seguridad ambiental, elasticidad y ligereza, sostenibilidad y alta disponibilidad- convierten a Ecolastene en la alternativa ideal para sustituir gran parte de la enorme cuota de mercado que va a dejar el SBR en el campo de los rellenos.
En este sentido, no parece que haya otras opciones que puedan competir con él. Con cualquier material virgen de origen fósil fuera de la ecuación por precio desorbitado y por alta huella de carbono, la única alternativa posible parece ser la de los rellenos biológicos tipo corcho, fibra de coco o hueso de aceituna. Sin embargo, estos materiales, aunque son ambientalmente sostenibles, no presentan una disponibilidad tan alta y sus propiedades mecánicas y de protección de los filamentos de césped son manifiestamente más bajas que las del Ecolastene. Esto los convierte en adecuados para ciertos nichos pero no para considerarlos alternativas reales mainstream al SBR en el campo de los rellenos.
De un modo u otro, en el futuro de los rellenos para superficies de césped artificial ya no caben el SBR y una de las mayores quejas de quienes practican deporte en este tipo de superficies: las manchas negras en los balones blancos o en la ropa de deporte. Esto es algo que agradecen y que ya han tenido la oportunidad de comprobar los escolares del Colegio Alborada de Alcalá de Henares y sus familias. Desde octubre, los alumnos y alumnas de este colegio pueden disfrutar practicando deporte de modo sano y seguro en primera superficie de césped artificial que cuenta con Ecolastene como relleno.
Salvador Navarro – Doctor en Química de Polímeros y responsable de I+D en Green World Compounding