La sustitución del caucho estireno-butadieno (SBR) en los campos deportivos de césped artificial implica un problema, debido al enorme volumen de material que se requiere para realizar el cambio obligado por la nueva legislación europea contra la emisión de microplásticos.
La opción más plausible, a día de hoy, es el Ecolastene, desarrollado por Green World Compounding (GWC), una de las empresas que forman parte del proyecto LIFE T4C. Este material, además de cumplir con los requisitos necesarios en cuanto a sostenibilidad, seguridad y funcionalidad de cara a la práctica deportiva, presenta una ventaja adicional.
Esta ventaja viene dada por su origen: se fabrica a partir de plásticos reciclados. Y este reciclaje viene a cubrir un déficit que se ha generado últimamente: hasta hace tres años, los miles de toneladas de plásticos desechados cada año en distintos países europeos se enviaban para su tratamiento y reciclaje a China.
Sin embargo, el gigante asiático cerró sus fronteras a la recepción de residuos sólidos desde el 1 de enero de 2021. Ello ha provocado que la basura plástica se acumule en los vertederos de países como el Reino Unido o España, que hasta ese momento vendían sus residuos a China.
Gracias a las investigaciones desarrolladas por la empresa GWC, especializada en el reciclaje de materias primas como el polietileno o el polipropileno, se ha logrado llegar a una solución idónea como alternativa al caucho SBR.
Entre sus características están:
- En cuanto a su seguridad, el Ecolastene está libre de sustancias potencialmente cancerígenas como los hidrocarburos aromáticos policíclicos (HAP) o los compuestos orgánicos volátiles (COV), y cumple con la normativa REACH de la Unión Europea relativa a la protección de la salud y el medio ambiente frente a los riesgos derivados de las sustancias y mezclas químicas.
- En cuanto a sus propiedades técnicas, cumple con los requisitos necesarios establecidos en las certificaciones FIFA, en cuanto a rebote, deformación, rotación, resistencia a los rayos UVA y durabilidad.
- En cuanto a su sostenibilidad, es un material reciclable, posee certificación ECO y dispone de trazabilidad mediante blockchain.
Los exhaustivos estudios a los que ha sido sometido este material concluyen que mantiene la misma forma y tamaño con el uso, que no libera microplásticos, que cumple con las propiedades mecánicas requeridas por los usuarios de los campos deportivos y resiste a su exposición a los rayos UVA. Como explica Salvador Navarro, responsable del proyecto de Ecolastene en GWC, “este nuevo relleno no está considerado como microplástico, porque es mayor de 5 milímetros; el uso y el aire libre no lo descomponen y las pérdidas del mismo son inferiores a 7 gramos por metro cuadrado. Además, el Ecolastene está monitorizado y tiene un pasaporte que garantiza su trazabilidad, lo que significa que, al final de su vida útil, se recoge y se recicla, pudiéndose certificar que no ha habido pérdidas y que el material no se ha vertido al medio ambiente”.
Está previsto que, a lo largo de los tres años de duración del proyecto LIFE T4C, se culminen los experimentos con el Ecolastene y se instalen campos de pruebas para que los deportistas de alto nivel tengan la ocasión de probar el césped artificial con este sustrato seguro y sostenible.